La empresaria y filántropa Francisca Cortés Solari (56 años) estuvo esta semana en Bogotá. Es que la organización que ella creó hace poco más de una década, Fundación Meri, fue protagonista y coorganizadora de un evento en Colombia, la V Conferencia Regional sobre el Cambio Climático, NovoPangea Latam: Unidos por la Acción Climática.
Por Zoom desde la capital de ese país, Cortés Solari explica que esta es una instancia previa a la COP -evento que este año será en Dubai- para tratar de alcanzar “mínimos comunes” en la región, que no ha logrado obtener acuerdos.
Se refiere a un tema que le apasiona, la acción climática y la conservación, de océanos y también terrestre. Tanto se apasiona, que salta de un tema a otro, del rol de los empresarios, su propósito en la vida, ella misma pone en la conversación el tema de las fundaciones -ahora en el ojo del huracán-, y no esconde su “rabia” frente a este tema, y remarca que hay que separar y no meterlos a todos dentro de un saco. Y, por cierto, habla de sus planes en filantropía, que apuntan a concretar la internacionalización de las actividades.
La conservación y las fundaciones
Vamos por parte. Nieta de Alberto Solari y Eliana Falabella, e hija de Teresa Solari -y por tanto, integrante de una de las ramas accionistas de Falabella-, Francisca Cortés Solari ya cumplió dos décadas desde que dio el puntapié inicial de un camino que la llevó a abocarse a la filantropía y al conservacionismo. Hoy todas estas actividades están agrupadas al alero de Filantropía Cortés Solari (FCS).
Fue en 2003 cuando se constituyó oficialmente la primera fundación, Caserta, dedicada a educación. Y luego, en 2012, surgió Fundación Meri, dedicada a la conservación y mitigación del cambio climático. Con tres territorios al alero de este grupo, la reserva Melimoyu (Patagonia Norte, con 16 mil hectáreas); Puribeter (en San Pedro de Atacama, con 47 hectáreas) y Likandes (en San José de Maipo, 180 hectáreas), Francisca Cortés Solari oficia de presidenta ejecutiva de FCS, pero apoyada por un equipo bastante transversal. Por ejemplo, en Fundación Meri, junto al abogado Michael Grasty como director, también participa en esa instancia Marcelo Mena, ex ministro de Medio Ambiente.
La actividad en Colombia de esta semana fue organizada por Fundación Meri, en conjunto con el Ministerio de Medio Ambiente de ese país y el patrocinio del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), con el que tienen una alianza desde hace cinco años.
“Hemos logrado apoyarlos para que ellos puedan insistir más con la ciencia en el mundo”, remarca, relación que partió en 2019, cuando la COP iba a ser en Chile, pero luego por el estallido social terminó cambiándose la sede del evento a España.
Fruto de este trabajo nació NovoPangea. “No podemos esperar un año para juntarnos con todos los tomadores de decisiones para seguir dándonos vuelta en las mismas temáticas”, dice Cortés, quien aterriza dos temas clave en estas mesas de trabajo: conservación terrestre y protección de océanos.
Con 51 participantes de ocho países en esta oportunidad, el trabajo al que apunta Francisca Cortés es, en relación con áreas marinas y terrestres, ir acotando y cerrando acuerdos, de cara a la COP. “Lo que está faltando es llegar a acuerdos”, recalca una y otra vez.
-¿Faltan más áreas protegidas en los océanos en Chile?
-En todas partes del mundo. En todas. En Chile estamos posicionados en un ranking alto, pero el tema es cómo vamos fiscalizando. No hay mucha fiscalización todavía. Ahí entramos a temas políticos, donde la agenda tiene que ir a eso. Con un área marina protegida, lo que haces es resguardar el semillero del ecosistema. Imagínate el largo de Chile, la variedad de ecosistemas que tiene Chile. Entonces, debiera tener un área protegida en cada una de las latitudes. Chile está en primera categoría, pero es insuficiente porque es insuficiente en el mundo.
Con su propia experiencia con la reserva que manejan en el sur y los estudios que han hecho en el fondo marino año a año, plantea que ha ido permaneciendo ese ecosistema, “porque no hay tráfico marino, está resguardado. Todo lo que tenga que ver con tráfico es lo que destruye el sistema. El tráfico marino es una amenaza terrible, porque se cortan los corredores biológicos”.
-¿Cómo se hace eso compatible con el desarrollo y crecimiento económico? Imagino es impensable decir que no haya más tráfico, no más portacontenedores.
-Yo reconozco que lo que está pasando en el mundo es algo nuevo. Todavía no dimensionamos la realidad de la problemática que estamos viviendo. El cambio climático se ve, y es un efecto irreversible que tiene la tierra. Como el tema es muy nuevo estamos tratando de buscar soluciones para lo privado. Y se están haciendo cosas.
-Pero supongo que la solución no puede ser paralizar el crecimiento, ¿o ve que es necesario crecer menos en pos de mantener los equilibrios ecosistémicos?
-Se están haciendo cosas. Certificaciones. Cada día hay más fondos verdes, y hay mucho más interés de las personas de buscar inversiones de innovación. Hoy día la innovación juega un tremendo rol. Y es responsabilidad de los empresarios también, hay que innovar, cambiar hábitos. Es un cambio de todos.
-¿Cómo ve a los empresarios chilenos en esta capacidad de innovar y de subirse a este carro más conservacionista?
-Veo que sí. Tenemos varios proyectos familiares de conservación. Lo que pasa es que a la gente no le gusta hablar mucho. Veo que el interés que hay en Chile es más profundo del que podemos encontrar en otros países. Lo que pasa es que Chile es muy pequeño, somos muy pocas personas. Pero sí hay un movimiento de conservación, siendo que en Chile no es fácil hacer conservación.
-¿Por qué?
-Lo mismo que está pasando hoy día con el tema de las fundaciones. Escucho estas noticias de las fundaciones y me genera una espina, rabia, de todo. Yo llevo 21 años trabajando en fundaciones, en educación, tengo tres reservas, nos tomamos en serio lo que hacemos y trabajamos en base a un fondo privado. No lo saqué de la empresa ni nadie me vino a regalar nada. Al revés. En Chile no hay políticas que ayuden a los filántropos a hacer conservación. En otros países hay más leyes para filantropía y fundación.
-¿Por el tema de las fundaciones se dañó aún más la confianza?
-Yo creo que sí. Imagino que sí. Porque cuando hablamos de fundación, en el saco entran todas las fundaciones. No tengo más antecedentes, pero eso duele. Porque esto no es un juego para nosotros. Las fundaciones que están hoy en día igual tienen un prestigio. Hay una desconfianza generalizada. Yo nunca he sentido mala onda. Hay buena regulación, está (Comunidad) Organizaciones Solidarias, lo que pasa es que no puedes comparar una fundación que tiene 21 años con estas fundaciones que se crearon en tres meses. Son 21 años de trabajo.
–¿Qué mensaje le entregaría a los empresarios? Es evidente que hay una tensión entre el desarrollo de proyectos, lo vemos todos los días con las evaluaciones ambientales vs la conservación.
-Yo creo que se le da mucha responsabilidad al empresariado, pero yo le tiraría la responsabilidad a los países y a sus políticas públicas, que no hacen nada. Respecto del empresariado, siempre lo he dicho. La filantropía se puede hacer de muchas maneras. Lo que yo elegí es hacer acciones concretas y estar involucrada. Hay otras personas que pueden hacer donaciones. Y creo que es importante en las empresas cuidar a sus trabajadores, eso también es una manera. Necesitamos que la empresa haga una conversión, que deje de emitir, y que busque soluciones para mejorar sus ejecuciones y que sean más limpias. Sí lo están haciendo, hay muchas empresas que lo están haciendo. Porque también hay personas que están valorándolo. A los empresarios les diría que uno tiene que partir por casa. Es muy importante tener bien a sus trabajadores. Y que cada vez vayan aplicando estudios para mitigar sus impactos. El mundo está pidiendo eso, y las empresas no se pueden quedar atrás. Van a tener que ponerse al día tarde o temprano. Ahora, si esto lo apoyáramos con algunas políticas públicas sería distinto.
Internacionalización, Ginebra y Madrid
Como gestora de FCS, Francisca Cortés Solari se mueve en altas ligas en el mundo de la filantropía. Recientemente estuvo como invitada en un encuentro en Mónaco, el V Encuentro de Filántropos para los Océanos, una red que busca llegar con una agenda común a la COP 28.
“Hay una muy buena relación con el Centro Científico de Mónaco, tenemos firmado un acuerdo con ellos y nos empezamos a acercar a lo que está haciendo la Fundación Príncipe Alberto de Mónaco. Hay algunas cosas que van a pasar”, anticipa.
La gerenta general de FCS, Patricia Morales, especifica que por primera vez ellos, la Fundación Príncipe Alberto de Mónaco, les hicieron una propuesta de trabajo que va a salir a fines de este año.
Con la fundación están, a su vez, concretando los planes internacionales. Con una sede en Madrid, el proyecto en marcha es de aquí a fin de año que Patricia Morales se vaya a vivir allá, “a poner la bandera”, dice Francisca Cortés, y por un período de tres años. El objetivo es profundizar el trabajo con el IPCC, y con organizaciones que están en Europa, para abarcar un trabajo más a nivel global. Esto no significa que la sede deje de estar en Chile, explica, porque acá se queda Francisca Cortés Solari.
Este trabajo más global ya tiene otro aterrizaje práctico, que es expandir el modelo de la fundación, sin gestionar ellos mismos más reservas, sino a través de asesorías. Algo que ya se los están pidiendo. “Hay una posibilidad de hacer una asesoría por el lado de Ginebra, replicar el modelo de conservación. Es un pedido de una empresa internacional que nos está pidiendo hacer un trabajo, replicar el proyecto de conservación, un parque”, revela Cortés Solari. “Nunca pensé que íbamos a llegar a Europa”, añade.
Así, sin acumular territorio, siguen desarrollando el modelo. “Estamos buscando replicar lo que nosotros aprendimos. Ya recorrimos el camino, sabemos trabajar en el mundo científico, con las comunidades y con programas”, detalla.
Nueva generación
Con tres hijos, Fernanda (29), Javiera (27) y Nicolás (19), Francisca Cortés Solari, comenzó a involucrar a esta nueva generación.
“Justo hace un mes tuvimos la primera reunión, pero son chicos todavía. No sólo en el tema de las fundaciones, sino que tienen que aprender de todo. Es una responsabilidad. Porque uno dice ‘cuando mis hijos hereden que sean buenas personas’. Y eso requiere de un entrenamiento. Esa es la motivación. Que aprendan desde abajo a trabajar (…) Me tengo que preocupar del patrimonio, de cómo voy a entregar. Eso me importa, que mis hijos sean buenas personas. Ellos tienen que ser mejores personas que yo. Si no, sería una fracasada como madre. Y sin meterles tantas expectativas y exigencias. Recién estamos partiendo”, reflexiona.
Mientras sus dos hijas están ya en fase de estudios superiores -Fernanda terminó dos carreras; marketing y publicidad, y producción, y Javiera es alumna de ingeniería comercial-, el menor, Nicolás, desde los 14 que vive en Estados Unidos, Illinois, y compite en motocross en alto rendimiento. “Es muy bueno, le va muy bien”, opina con orgullo su madre.
“Donde se metan mis hijos va a servir. Porque esto también tiene un modelo económico, para sostener la filantropía”.
Esta reflexión lleva a Francisca Cortés Solari a hablar de no dejar de lado el tema económico. “No hay un modelo de sostenibilidad para hacer conservación. Hoy día no creo que sea factible, no sé si en alguna parte del mundo. Al final la conservación es un gasto (…) Nunca diría todo lo que ha puesto mi familia en esto, porque es un tema personal”.
-Usted viene de un mundo textil, Falabella, que a nivel mundial ha estado en el ojo del huracán en materia de conservación. ¿Cómo se instala frente a esa problemática?
-Es una mega respuesta. Yo apelo al reciclaje de ropa. Buscar buenas prácticas.
La gerenta general de FCS, Patricia Morales, añade que los índices de sostenibilidad de Falabella destacan en la industria de América Latina, como la empresa de mayor sostenibilidad.