Por: Francisca Cortés Solari.
Si bien la violencia en el sistema educativo y el agobio en el profesorado han ido en aumento, las crisis nos abren nuevas oportunidades. Estamos en momentos en que entre los agentes debe primar el diálogo, la colaboración y
por sobre todo, las soluciones.
Veinte años de trabajo con docentes nos han enseñado que el cambio de paradigma y de conciencia se inicia desde el individuo.
En un escenario crítico, en el que la deserción laboral de docentes ha alcanzado un 41% anual (es decir, alrededor de
8.200 docentes abandonan las aulas cada año, Elige Educar), es crítico entender en que medida el sistema escolar
actual no ha logrado cautelar al primer garante del proceso formativo.
Estamos frente a una crisis de confianza global, con un cuerpo docente que poco legitimado, que trabaja con herramientas de dificil implementación, con un modelo educativo en algún punto anacronico respecto a lo que los estudiantes enfrentan fuera del aula y con ausencia de acompañamiento socioemocional.
En ese contexto, el aula dejó de ser un lugar de convivencia y bienestar. Buscar soluciones únicamente en los docentes es del todo reductor, en la medida que el clima del aula involucra también a docentes, apoderados, alumnos y la comunidad educativa en general.
Por lo mismo, es necesario un minimo ejercicio de introspección. ¿En qué medida hemos permitido que la ausencia de respeto y la proliferación de las expresiones de violencia se trasladen al aula? ¿Qué forma de resolver conflictos estamos mostran do a las generaciones futuras?
Una cosa es el curriculum, la evaluación, la formación, pero el primer espacio de formación es el hogar. Debemos hacernos responsables de los elevados grados de violencia que hemos normalizado a lo largo del tiempo, sea en el espacio familiar, laboral o social. Es necesario empoderar a docentes para que puedan ejercer, en plenitud, el rol que se espera de ellos.
El programa de Caserta “Profes En Red” ha sido un ejemplo de la urgencia no sólo de transferir conocimientos tecnologicos a los docentes, sino de la necesidad de un acompañamiento socioemocional, intercultural y el desarrollo sostenible, para relevar la importancia del bienestarintegral de nuestros docentes. La tarea es grande, el tiempo es corto. Porque mientras reflexionamos sobre este tema, nuestra sociedad da muestras diarias de una violencia exacerbada nunca antes vista.
Fuente: La Segunda