Por: Patricia Morales
El próximo 2 de diciembre, Chile será el anfitrión de la Conferencia de las Partes (COP) 25, órgano ejecutivo de la Convención Marco de Naciones Unidas (CMNUCC), que establece obligaciones relativas al combate del cambio climático.
Al igual que en las COP anteriores, se trata de una instancia de doble propósito.
Por una parte, los países no solo deberán informar sobre los avances alcanzados; también se revisarán los criterios para el cumplimiento del acuerdo de París en materia ambiental. Por otra, se trata de un evento de gran relevancia que permite sensibilizar a la comunidad sobre la urgencia de detener lo que hasta ahora parece imposible: el cambio climático y sus efectos sobre la sustentabilidad del planeta.
Si bien Chile es responsable solo del 0,25% de las emisiones globales de carbono, tiene a la vez un promedio anual de emisiones de Co2, por persona, de 4.4 toneladas, cifra superior al promedio mundial. Esto da cuenta de una incómoda realidad: Más allá de que nuestra población sea pequeña en el concierto internacional, contaminamos, y demasiado. Lo anterior en un contexto particular, que es el habitar un territorio de diversidad ecosistémica única, que es guardián de unas de las reservas mineras e hídricas más importantes del planeta.
En ese escenario, la COP 25 constituye una doble oportunidad.
En primer lugar, la posibilidad de resaltar el rol de la trilogía Estado-Sector Privado y Sociedad Civil, a la hora de enfrentar un desafío que no es propiedad sino responsabilidad de todos: el de la conservación efectiva para contrarrestar el cambio climático.
Si el Estado está llamado a fomentar la innovación y competitividad de manera de promover un desarrollo sustentable, muchos privados, en conjunto con la sociedad civil, se han transformado a su vez en agentes activos a la hora de implementar iniciativas de conservación. Resulta necesario articular las iniciativas en curso y definir consensos mínimos relativos a metodologías de Conservación Efectiva, de manera de garantizar la eficiencia y el impacto de las acciones enfocadas en avanzar hacia un Desarrollo Sustentable.
La segunda arista tiene que ver con converger hacia un modelo de desarrollo que sea sustentable, es decir, que no sacrifique en tiempo real, aquellos recursos naturales que serán esenciales para las generaciones futuras.
No cabe duda de que se trata de un tema complejo, que interpone diferentes miradas de sociedad. No obstante, la COP 25 es una oportunidad única para generar un debate informado sobre un tema cuyas consecuencias, como tener islas de plástico llegando a nuestras costas, no permiten esperar un día más.
Fuente: El Mostrador