Es evidente que debiese existir una relación de causalidad entre el ingreso per cápita del país y los niveles de filantropía e incidencia observados. Sin embargo, ello supone el desarrollo de una cultura y marco regulatorio adecuado al propósito.
El país ha dilatado una discusión urgente, tendiente a definir consensuadamente el rol de la sociedad civil de la filantropía en el desarrollo sostenible de Chile. Más aun considerando los requerimientos crecientes de una sociedad que, superado un cierto nivel de necesidades básicas resueltas, aspira legítimamente a repensar los ejesde un desarrollo sostenible y los mecanismos de participación ciudadana.
En este preciso momento, Chile tiene una oportunidad de repensar los formatos
de colaboración virtuosos entre el sector público, privado y la sociedad civil, y avanzar hacia un proyecto de ley que promueva y regule las actividades de este sector. La Filantropía es esencial en un país como Chile. Esta no sólo se desarrolla a través de instituciones, sino también a través de miles de personas que desinteresadamente colaboran en proyectos que van desde la construcción de viviendas sociales hasta la mitigación del cambio climático, la conservación de ecosistemas marinos y terrestres, la salud mental, la cultura y la educación, entre otros.
Es hora de pensar y convocar a un diálogo amplio e inclusivo entre el sector público y la sociedad civil, de manera de establecer los términos de referencias de una filantropía moderna y eficiente, promoviéndola y garantizando criterios de transparencia, accountability e impacto. Sólo bajo estas condiciones se podrá avanzar con legitimidad social ciudadana hacia un modelo que no solo facilite las donaciones por parte de personas naturales y jurídicas a proyectos filantrópicos, sino también lleve la filantropía hacia mayores estándares de calidad posible, sabiendo que Chile no puede esperar. Es hora de la acción.